Proceso de maduración de un adolescente

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Cómo funciona el proceso de maduración de un adolescente

Vamos a ver cómo funciona cualquier proceso en el mundo industrial, y lo vamos a comparar con el proceso de la adolescencia.

Un proceso de cualquier tipo es una caja negra donde ocurren multitud de cosas que unas pueden estar relacionadas con otras y está afectado por multitud de variables, unas que controlamos y otras muchas que no. A un proceso le metemos un input (entrada de información, materiales, recursos, etc) y al final del proceso tenemos un output (resultado)

Vamos a coger un ejemplo sencillo de proceso, el proceso de fabricación de ladrillos. Le metemos al proceso arcilla y algún otro material y al final de la línea de fabricación (el proceso), sale un el ladrillo. Esto es aplicable a cualquier cosa en la vida, en un programa de un ordenador, le metemos una serie de variables a través del teclado y el ordenador reacciona en función de ellos.

Al final del proceso esperamos que el output o resultado, sea el que esté programado. En el caso de la fabricación de ladrillos que salga un ladrillo bien hecho y en el caso del ordenador que haga lo que le hemos pedido.

En el caso de la adolescencia el input es la educación le hemos dado en la niñez, el tipo de educación que damos, el tipo de comunicación que hay en casa, las reglas de casa, etc. Es decir todo lo que se supone que hacemos fuera de lo extraordinario para que el adolescente salga como un adulto preparado para la vida real (no entran aquí castigos, no entran cambios de reglas, no entran cualquier cosa que se haga diferente a lo que hemos hecho en la infancia). A esto vamos a llamarlo dinámica familiar estándar.

Pero no siempre es así, muy a menudo el resultado no es el esperado y el ladrillo sale blando, húmedo, con forma inadecuada, color inadecuado, etc. En el caso del ordenador se nos puede cerrar inesperadamente el programa y para que veas algo que ocurre con más frecuencia, que el puntero del ratón de repente aparece en otra parte de la pantalla.

En el caso del adolescente le damos la educación que pensamos es mejor y nos sale diferente a como esperábamos (mejor o peor), pero hay casos como el ordenador cuyo programa se cierra inesperadamente, que el adolescente se nos descontrola.

Esto ocurre porque en los procesos están sujetos a multitud de variables que afectan al propio proceso, unas que controlamos y otras que no y esto hace que no siempre los resultados sean los esperados. Cuanto más complejo es el proceso y más variables que no controlamos hay, como es el caso de la adolescencia, es más complicado obtener el resultado que queremos.

 

Hay que tener en cuenta que además hay variables que interactúan entre ellas trabajando en la misma dirección o en dirección contraria. Por ejemplo, en el caso del ladrillo humedad y temperatura se comportan de forma diferente, y cada una afecta de forma diferente al ladrillo. En el caso del adolescente un exceso de reglas o reprimendas irá en contra de una buena comunicación.

Pero el proceso no es tan sencillo, no sólo está el input inicial, sino que durante el proceso hay distintos inputs. En el caso del ladrillo la velocidad de la cinta transportadora, la temperatura, el conformado, etc. En el caso del adolescente, es todas aquellas cosas que le vamos diciendo que haga, todos aquellos castigos que le imponemos y todo lo que se sale de la dinámica familiar estándar. Los llamaremos inputs de proceso y son todas aquellas variables que podemos controlar directamente.

Quedando el proceso así, viendo cómo lo más importante es el input inicial, que en el adolescente es la dinámica familiar estándar.

Pero, aunque metamos inputs de proceso que deben ser las correctas, como por ejemplo en el caso del ladrillo la velocidad óptima de la cinta transportadora y la temperatura del horno, el Output es muy probable no salga como esperamos. En el caso del adolescente, por muchas broncas, castigos, charlas, reglas que impongamos fuera de la dinámica estándar de la familia, el adolescente no podemos controlar cómo va a salir al final de la adolescencia.

Y es por esto que además de los inputs en cada proceso debemos de medir variables de proceso para ver si el proceso va siendo adecuado (retroalimentación), después en función de cómo vayan esas variables, modificar los siguientes inputs (lo que podemos controlar) para que corrijan los errores (las desviaciones de lo que pensamos que debería ser).

En el caso del adolescente mediremos variables como las notas, su actitud, su colaboración en casa, sus valores, etc, para ir metiendo tantos inputs como estimemos necesarios para que al final nos salga el output que queremos: adulto independiente, con cabeza, con criterio y preparado para la vida adulta.

Esta retroalimentación no sólo puede afectar a los futuros inputs, sino también al input inicial, que en el caso del adolescente es la dinámica familiar estándar. Podemos poner nuevas reglas, quitar reglas, cambiar la dinámica de comunicación, hacer actividades juntos, etc.

Quedando el esquema del proceso de la siguiente forma:

En el caso del ladrillo veríamos cómo salen los ladrillos y veríamos variables de proceso como sería la temperatura del horno, velocidad de la cinta transportadora, humedad, etc. De esta forma podremos identificar qué variable se ha descompensado y así corregirla y corregir el input para que nos de el output deseado.

En el caso del ratón, cuando vemos que el cursor no está donde esperábamos lo llevamos a su sitio.

Esto es complejo en procesos industriales, pero en adolescentes lo es muchísimo más, pues hay infinidad de variables que le afectan y la mayoría están ajenas a nuestros control, además la mente humana es super compleja, por lo que una persona reacciona de una forma otra reacciona de otra.

Empecemos a analizar cómo sería el proceso de los hijos antes de poneros el diagrama. El output está claro, obtener al final de la adolescencia un adulto independiente, con cabeza, con criterio y preparado para la vida adulta (dentro de esto entrarían las notas). Si crees que es otro el que tú estimes obtener al final de la adolescencia.

Analicemos los Inputs más importantes que tiene el adolescente, que ahora son variados y no todos bajo nuestro control (primer problema).

  • Educación en casa. Cómo educamos y cómo nos comunicamos con nuestros hijos. Como el resto de las influencias no las controlamos es importante que desde la niñez tengamos en casa unos valores y unas reglas claras, para que la educación en casa pese mucho. La educación en casa está dividida en dos tipos como hemos visto antes:
    • Dinámica familiar estándar. La forma de educar que tenemos, los valores, las reglas de la casa
    • Inputs de proceso. Todas aquellas acciones dirigidas a corregir el comportamiento de nuestros hijos como regañinas, castigos, nuevas reglas, conversaciones sobre temas extraordinarios, etc.
  • Es una fuente de influencia fuerte para el adolescentes y un poquito está bajo nuestro control, pues si económicamente podemos, podemos elegir a qué colegio van. Pero dentro del colegio no controlamos realmente la educación que se da, ni el tipo de profesores que les toca. Por eso hay padres que llevan a sus hijos elitistas para que tengan una mejor educación y se rodeen de gente con similares valores. Es decir, si económicamente podemos, este también lo controlamos un poco, y si no podemos, tenemos que aceptar el que le toque por el barrio en que vivamos. En cualquiera de los dos casos, el colegio condicionará mucho al adolescente.
  • Es el más importante y que más influye en esta etapa. Aquí perdemos totalmente el control, ellos deciden hacerse amigos de quien quieren y no de quien les digamos. Podemos controlar un poco el tipo de amigos llevándolo a un colegio elitista, pero dentro de esos colegios también hay ovejas negras.
  • Aquí si que no controlamos nada, por más que metamos a nuestro hijo en una burbuja de un colegio elitista, conocerá cuando salga a quien tenga que conocer, y aunque en principio no tienen por qué ser una gran influencia para el adolescente, lo podrían llegar a ser.
  • Vivencias del adolescente. Este es un input que tampoco controlamos, no podemos prever, ni saber qué circustanciancias va a vivir nuestro hijo, cómo las va a afrontar, cómo se las va a tomar, ni qué conclusiones va a sacar de ellas. Este input es como una retroalimentación del proceso de la adolescencia. Es decir, si vemos la adolescencia como una caja negra, las experiencias vividas por el adolescente y las conclusiones que éste saque será un input para la propia adolescencia.

Por último, quedaría por ver qué es el proceso de la adolescencia. Éste sería cómo va evolucionando la mente del adolescente moldeando su personalidad, sus valores, su carácter, sus prioridades, sus objetivos. Esto es una caja negra en toda regla, nadie puede saber qué se le está pasando por la cabeza a un adolescente, ni un psicólogo, ni el propio adolescente.

Quedando los inputs del proceso de la adolescencia así:

Y como todo proceso, los padres tendremos una retroalimentación de cómo va evolucionando nuestro hijo como la notas, su comportamiento, su actitud, etc. En función de esto cambiaremos los inputs de proceso y si la desviación es muy grande cambiaremos la dinámica familiar estándar.

La retroalimentación la podemos dar en modo de diálogo, premios o castigos. Esto debería marcar al adolescente la dirección por la que debe ir. Cada uno que elija el que considere mejor, yo he optado por el diálogo.

Y aquí viene el problema, lo que los padres hacemos por el bien de los adolescentes no siempre es comprendido, les afecta en pensamientos y sentimientos de formas que no podemos ni imaginar. Es decir, como su cabeza es una caja negra, lo que hacemos para conducirlos en una dirección puede estar teniendo consecuencias que no nos podemos ni imaginar relacionadas con el tema que estemos tratando de corregir o en otros aspectos de su maduración.

Ni siquiera el mejor psicólogo del mundo podría predecir cómo va a ser el output final de un adolescentes, pues los inputs no se controlan y hay infinidad de variables en la vida del adolescente que pueden desviarle el curso. Me atrevo a decir esto no por mi experiencia en psicología, sino por mi experiencia como ingeniero industrial, los procesos multivariables donde no se controlan todas las varialbes y muchas están interrelacionadas no se pueden gobernar, se gobiernan ellos solos.

También me atrevo a decir esto porque la mente de cualquier persona sufre del llamado comúnmente efecto mariposa. No es la tontería de que el aleteo de una mariposa puede causar un huracán en México, eso es simplificarlo demasiado y llevarlo al absurdo. El efecto mariposa consiste que en un sistema no determinista (la mente humana es no determinada), pequeños cambios pueden conducir a consecuencias totalmente divergentes. Una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, puede generar un efecto considerable a medio y corto plazo. Esto quiere decir que pequeñas cosas pueden producir grandes cambios en los adolescentes por un proceso de amplificación. Por ejemplo, una mala respuesta del padre al adolescente en un momento dado, en una circunstancia específica, puede hacerle cambiar de opinión de cómo ve determinadas cosas.

Debido a la ingobernabilidad de un sistema dinámico complejo, creo los padres debemos hacer que los adolescentes sean independientes, con valores, con cabeza y dejarles que se autoregulen ellos a sí mismos y facilitarles la comunicación por si en algún momento la cosa se les va de las manos.

Hay que controlar la evolución del adolescente, por supuesto, pero con medida. No podemos estar controlando continuamente al adolescente pues eso tendrá una consecuencia directa en como piensa, cómo actúa, y aunque pensemos que ha cambiado su conducta, no necesariamente cambiamos cómo piensa, ni sabemos qué efectos tiene en él. Pero si no te lo crees, hazte sinceramente ¿por qué tu hijo no se comunica contigo?. Sí, no es problema de tu hijo, es problema tuyo, que el exceso de control ha afectado a su forma de pensar y a la relación hacia vosotros.

Si eres de los controladores que tienen buena comunicación con sus hijos (no he conocido ninguno en la vida, pero habrá de todo como en botica), analiza el tipo de conversaciones que tenéis y te darás cuenta que son sobre hecho, sobre cosas que le han pasado a él u a otros, pero éstas serán superficiales, no serán sobre sus sentimientos, ni sobre sus verdaderos pensamientos, pues ha aprendido a ocultarlos.

En el ejemplo de Paula con la abuela (ejemplo real de mi hija Lucía y mi madre; parte II, el orden y los sentimientos de la abuela), la abuela que no quiere ir a las vacaciones por cómo le trataba Paula. Cuando le comenté el hecho a mi hija, ella se cabreó con su abuela no porque no fuera a las vacaciones, no porque se sintiese mal cuando no se lo dijo, sino porque lo habló conmigo en vez de directamente con ella. Lucía me dijo: “papá, cómo quiere la abuela que cambie mi comportamiento si no me dice cuándo la hago daño o cuándo hago las cosas mal”, ahí me di cuenta que tengo una niña muy madura para su edad.

Nuevamente, la mejor forma de controlar la evolución de nuestros hijos es hablando con ellos de forma madura y dándoles el contexto y no quedándonos sólo en hecho, sino también hablando de sentimientos y consecuencias.

El exceso de control y la incertidumbre de lo que hacemos

Asumámoslo cuanto antes, si nuestro hijo nos quiere engañar nos engaña por más que intentemos controlarle como veremos en la parte II, “historias de las situaciones”.

El adolescente pasa muchas momentos sin nuestra supervisión física como cuando está en el cole, volviendo del cole o cuando sale con amigos. Además, incluso en casa cuando están encerrados en su habitación con el ordenador o el móvil, realmente no sabemos qué está ocurriendo.

Algunos padres intentan controlarles en exceso, pero al final el adolescente encontrará la forma de engañarlos, pues como dice el dicho, hecha la ley hecha la trampa. Incluso en las cárceles donde hay gente formada para encontrar el engaño, hay cosas escondidas como las drogas.

El exceso de control, lo único que conseguirá es que tu hijo se sienta en un estado policial como en el caso de José (parte II casa de José, y en muchas de las otras situaciones), que sea más cuidadoso con lo que hace y que se cierre más a ti y os distanciéis más. Si alguien quiere hacer algo, aunque esté prohibido, siempre encuentra el modo de hacerlo.

Es por eso que más adelante veremos que en vez de tener unos padres que controlen a un hijo, hay que tener un hijo que se autocontrole así mismo como si él fuera un padre. Esta es una máxima para crear empresas de éxito, que en vez de controlar a los empleados, ellos se autocontrolen y simplemente controlar cómo van con los resultados que van produciendo, sin meterse en detalle en lo que hacen en el día a día.

Queremos contralar la vida de nuestros hijos porque queremos lo que creemos es mejor para ellos, pero acabamos de ver que es imposible controlar un proceso multivariable donde a penas controlamos una parte de los inputs.

Además, lo que creemos es bueno para ellos no tenemos ni puñetera idea de cómo lo están recibiendo ellos. Es decir que a lo mejor les mandamos a natación para que hagan deporte, pero sin embargo les puede estar frustrando porque no están conectados justo a las horas que sus amigos están en las redes haciendo que pierda un poco la conexión con ellos, o les deja demasiado cansados en el día y luego no rinden bien al día siguiente en el colegio. Cada adolescente es un mundo.

¿Qué es bueno para los hijos?. Sinceramente, no lo se. Pero lo que sí se es que es un proceso mucho más complejo y con más variables de lo que los padres se pueden imaginar. Yo he elegido mirar los output, trabajar con pocos inputs y propiciar una comunicación fluida con ellos, pero a lo mejor me estoy equivocando y estoy estropeando otras partes de su aprendizaje de adolescentes.

Todos sabemos que los adolescentes no vienen con un manual de instrucciones cuando nacen. Los psicólogos entienden más la mente humana, pero no son infalibles, por eso muchas veces no consiguen ayudar a reconducir a un adolescente o sus propios hijos les salen unos rebeldes.

Es por estas cosas que los métodos de educación o de gestión de personas en empresas basados en el exceso de control no funcionan, y eso se enseña en cualquier escuela de negocios. No digo que no haya que tener algo de control, pero este debe ser sobre lo importante y no continuo. Los padres no podemos estar todo el día dando la matraca al adolescente continuamente, esto es contraproducente, tenemos que centrarnos en lo que es importante para nosotros.

Tenemos que dejar que nuestros hijos sean independientes, para eso está la adolescencia, para formarse una identidad de adulto, si les estamos continuamente controlando no les dejamos desarrollarse correctamente y de lo que creemos que les hemos salvado, les puede venir después o les puede dejar secuelas psicológicas.

El que no vive de joven determinadas experiencias, lo más probable es que las viva de mayor. Me diréis que cuando las afronte de mayor lo hará con más cabeza porque es un adulto, pero hay una cara de la moneda que no se ve, ¿hemos creado algún tipo de trauma o deficiencia en la maduración del adolescente por impedir que se exponga a determinadas situaciones?.

Asumámoslo, si un adolescente nos quiere engañar, nos engaña. Es cierto que muchas veces les cazamos pero en muchas otras ocasiones no.

Para decidir qué tipo de educación queremos dar debemos tener en cuenta que la predisposición nuestra estará condicionada por la educación que hemos recibido y nuestro carácter. Pero las cosas no son inmutables, podemos decidir dar otro tipo de educación a nuestros hijos y si es necesario pedir ayuda a profesionales.

Lo primero que tenemos que entender bien es que en la adolescencia nuestro hijo forjará su identidad basada en los años de infancia y cómo viva la adolescencia en casa, con amigos y él mismo.

Lo importante es el output de la adolescencia, es decir cómo sea nuestro hijo y cómo de preparado esté para la vida adulta al final de esta etapa. El cómo pase la adolescencia respecto a nosotros no debe ser tan importante, lo importante es cómo la pase él porque eso determinará cómo será su futuro.

Desde este prisma entonces llega la pregunta a la que quería llegar, ¿qué queremos de nuestro hijo adolescente, que recoja, que obedezca, que no nos de una mala palabra, que saque buenas notas, que vaya a muchas extraescolares, que no juegue, etc; o por el contrario queremos que nuestro hijo sea una persona independiente, con criterio, con herramientas para manejarse en la vida, con las ideas claras de lo que quiere hacer en un futuro y las notas para lograrlo?

Pues yo lo he tenido siempre claro, lo segundo. Yo he optado por ser muy permisivo en muchas cosas, hacer la vista gorda en otras y  poner unas pocas reglas que no se pueden transgredir y que si se transgreden tienen consecuencias. Actuando siempre con pocas reglas claras y que cuando han sido transgredidas han tenido consecuencias, mis hijos de momento son totalmente independientes, no transgreden nunca las normas, tienen su propio criterio, tenemos buena comunicación y sacan buenas notas sin estar encima de ellos. Es decir, que de momento he conseguido todos los objetivos que tenía a pesar de que otras personas me puedan ver como un padre liberal y permisivo.

Las cosas se me pueden torcer si los niños se juntan con malas compañías o la vida hace que vivan una muy mala experiencia, pero de momento no tengo la necesidad de controlar lo que ocurre en la caja negra, de momento el output es correcto.

Eso sí, he sido director general de varias empresas durante 14 años, cuando las cosas van mal me meto hasta la cocina hasta que encuentro el fallo. Mis hijos saben que lo harían, así que prefieren que no me meta.

Cuando estaba haciendo el MBA en el Instituto de Empresa, me quedó grabado a fuego una cosa que nos dijo el profesor de estrategia y es que hay que construir culturas empresariales en las que no hay polis vigilando a los empleados, sino culturas donde los propios empleados se auto vigilan.

 

Adolescentes que se Autocontrolan
No hay que tener adolescentes controlados por los padres, sino adolescentes que se controlan así mismos.

 

Si las cosas se han hecho bien en la infancia, ellos tienen suficiente madurez para autocontrolarse si tienen unas reglas claras que no cambiamos continuamente.

No podemos tener el hijo perfecto, que saque buenas notas, ordenado, que no nos discuta, que obedezca a la primera, etc, lo que tenemos que tener es hijos preparados para su edad adulta y eso se consigue solo renunciando a algunas cosas y poniendo importancia a otras.

Cada padre decide qué es importante para él y qué no, pero mi recomendación es ver las cosas con perspectiva y lidiar con el adolescente las batallas que son importantes y dejar de librar las que no lo son tanto para su futuro (aunque las tengan para nosotros) para que el adolescente sea independiente y tenga buena comunicación con nosotros.

Hay veces que tenemos que aprender a hacer la vista gorda, en la que a lo mejor nuestro hijo se piensa nos está engañando para no librar una batalla que tenga poca importancia. Tenemos que ser capaces de ver el bosque (objetivos de la adolescencia, los míos o los tuyos, da igual), y dejar de ver el árbol (los problemas del día a día) y actuar en el corto plazo sin perder la vista en el largo plazo. Eso es lo que se hace en las empresas con objetivos y metas, eso tenemos que llevarlo a la educación de nuestros hijos.

Por ejemplo, podemos oler cuando él venga a casa que ha fumado o bebido. Podemos hacer un drama de ello, o asumir que viene en buenas condiciones, que es propio de su edad, y que como no viene mal por lo tanto ha tenido cabeza. La opción es nuestra, unos padres serán más permisivos que otros, yo no me atrevo a posicionarme en qué hay que hacer, pero sí que no perdamos la perspectiva en estas situaciones y que cada uno actúe según sus valores y según sus objetivos para la adolescencia.

Asumamos, no sabemos lo que hacen nuestros hijos cuando no estamos mirando y eso no nos tiene que causar inquietud, sino que nos tiene que hacer pensar que nuestro objetivo es que nuestro hijo sea independiente, tenga cabeza y tenga buenos valores, es decir que se autoregule él mismo como hemos visto con los procesos multivariables.

Nuestros hijos nos engañan, por ejemplo:

  • Toman alcohol, drogas y fuman. Fumar incluso a diario.
  • Juegan a los videojuegos y hablan con desconocidos mientras lo hacen. Si se los prohibimos lo harán cuando no estemos, nos dirán están en el parque pero se van a casa de un amigo
  • No queremos que tengan en casa cosas como drogas porque puedan usarlas o trapichear con ellas. Aprenderán a esconderlas como hacen los presidiarios en las cárceles
  • No queremos que vaya con una gente, sin embargo, lo sigue haciendo como hizo Javier con Pedro (parte II en distintas secciones) sin que sus padres se enterasen
  • Con el sexo. No sólo tienen sexo, sino que como veremos luego lo tienen sin control y 1 de cada 4 adolescentes cogerá una enfermedad de transmisión sexual
  • Cuando les mandamos a estudiar un tiempo, aunque les quitemos el móvil, pueden estar dibujando como José (parte II, los estudios y la presión de los padres) o pueden simplemente estar contemplando las musarañas. Y aunque nos pongamos a mirarles no podemos saber qué están pensando.
  • En las redes sociales pueden tener dos perfiles, uno que controlan los padres y otro que no con un seudónimo. Esto es super frecuente con los padres controladores

Etc, etc, etc. Como dice el dicho hecha la ley, hecha la trampa.

Pero, ¿cómo nos protegemos de estas cosas?.

El Adolescente es incontrolable
Padres, los adolescentes son realmente incontrolables en todo momento y cuanto antes lo asumas, mejor para todos. La mejor forma de controlarle es enseñarle a que se autocontrole él mismo, que sea un adolescente con cabeza, maduro e independiente

 


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